1622-1673. Jean-Baptiste Poquelin. Comediografo francés. Fue actor y director de sus propias obras.
Sus sátiras acerca de la corrupción de la sociedad francesa despertaron gran conmoción y su obra fue prohibida en los teatros; Molière fue tildado de “demonio en sangre humana”, por la iglesia católica. El estado francés le cerró sus puertas hasta que finalmente en el año 1669, el Rey Luis XVI le permitió presentar sus obras en público. Luis XIV le dio su apoyo y le permitió utilizar ocasionalmente el Petit-Bourbon e incluso, en 1661, el teatro del Palacio Real.
Duro crítico de las costumbres y los prejuicios de la época, emplea la comedia de caracteres y la farsa, para dar un tono popular a sus obras, las cuales soportan la acción del tiempo y divierten y entretienen hasta nuestros días, habiendo creado figuras que se elevan con valor de símbolos de la naturaleza humana.
Representando su última obra (El enfermo imaginario) sufrió una hemoptisis y murió en escena. Debido a su oficio de comediante, se le negó la sepultura cristiana. Gracias a la intervención del rey, se le pudo enterrar más tarde en el cementerio de Saint-Joseph.
En esta obra, un hombre hipocondríaco, esclavo de supuestas enfermedades, y una medicina totalmente inoperante, son retratados de una manera grotesca, llegando hasta el absurdo. Ambientada en París, a fines del siglo XVII, comienza con la pretensión del enfermo imaginario, llamado Argón, de casar a su hija Angélica con el hijo de un médico, del que ella no está enamorada. Hay otra persona que ocupa su corazón, pero su padre se opone a esta relación, ya que el parentesco con los médicos le asegurará un tratamiento de por vida. No sólo la enfermedad ficticia corroe la vida de Argón, sino una esposa interesada y malvada a quien le conviene que su esposo enferme y muera, para poder heredarlo.
Una treta va a desenmascarar los reales sentimientos de los personajes, que serán descubiertos en sus más viles pretensiones.
Para leer un fragmento de El enfermo imaginario, pulsa prueba este enlace.
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